Cuando el abuelo murió no supimos que hacer con la barca. Al principio nos gustaba bajar por la ría. Incluso un día salimos a mar abierta: “La Galana” saltaba sobre las pequeñas olas de un mar en calma, con bandera verde, que refrescaba a los pocos bañistas que llegaban a la playa del pueblo. Fuimos muy felices en aquel tiempo, y eso que se había muerto el abuelo, curtido en mil galernas. Los estudios en la capital, la novia que hoy es mi mujer y los viajes en busca de horizontes bronceados parecían una buena excusa para no volver a un lugar en el que poco dejé. Solo recuerdos. Ayer volví con mi hija. Estaba muy ilusionada por conocer el pueblo, la casa de los abuelos y subir en “La Galana”.
Mientras "La Galana" se iba muriendo, a su alrededor las cosas iban cambiando. El pueblo está rodeado de urbanizaciones; han hecho una nueva carretera que termina a dos metros de la playa; la casa de los abuelos es una ruína y "La Galana" no es más que un esqueleto. ¿Cómo no escuché su llanto, qué cantos de sirena estuve siguiendo?. Sentí que había vendido mi infancia al mejor postor. Los recuerdos permanecen en nostros pero yo sabía que nunca podría llevar a mi hija al paraiso en el que disfrute los mejores años de mi vida. No pude evitar las lágrimas.
(los "horizontes bronceados" son de Berni, visitad su blog Tras La Piel)
7 comentarios:
Esqueleto abandonado
tus carnes fueron
alegrías de niño
Osselin
poneste de un profundo...
No todo es tristeza cuando nos encontramos con un esqueleto, que ademas, como este que muestras, puede ser hermoso. Hay que pensar tambien en la alegria de los gusanos, de las moscas...de los carroñeros, que saben saben sacar provecho de los despojos.
Preciosa la historia y la foto.No veo la una sin la otra.
Buena Semana Santa¡¡¡
Antonio.
Historia muy buena porque faete pensar, o mejor, recordar. Gracies por la reseña.
Que buena historia,avces hace falta que transcurra el tiempo para poder ver ,despues de tanto mirar pa donde no era.Me gusta tu blog y tus fotos ,hombre polofacético.
Vaya historia amigo!
Así pasamos por la vida, dejando cosas al azar, al destino, al tiempo, al olvido.
Hubo un poeta chileno al que le gustaba recoger las cosas que el mar llevaba hasta la playa de su Isla Negra. Tomaba lo que mucha gente consideraba pedacería, la llevaba a casa y le otorgaba nueva vida.
Llévate a casa algo de la Galana, de algún modo siempre estará contigo.
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