24 de octubre de 2006

dos amigos



Hoy dando un paseo por el concejo de Aller encontré esta pequeña joya. Aunque la foto no le hace justicia al lugar, quizás debería tener color (no lo sé), la historia que me contó Jose Luis, un paisano con el que estuve hablando, me hizo pensar en muchas cosas.

El puente comunica una vieja mina con un antiguo cargadero de carbón. Los vagones por los que tiraban las mulas llevaban el mineral al cargadero y de allí, enganchados a una máquina, hasta el lavadero de Sovilla. A la entrada del puente (a la derecha de la foto) hay un antiguo edificio al que las ruinas no son capaces de afear. La casa en cuestión fué en su día parte de la infraestructura de la mina, y años después fue comprada por un hombre que acabó con su vida bajo las ruedas del tren.
El silencio nos sorprendió mirando el puente y la conversación se acabó, también bajo las ruedas del tren que a media tarde cruza el valle.
La conversación con José Luis empezó al preguntarle por el nombre del puente, y aunque no sabía el motivo me dió algunas pista, pero eso ya es otra historia.

Hoy la maleza seguía creciendo junto al Puente Dos Amigos, y el caluroso viento otoñal acunaba con extraña suavidad los árboles. Posted by Picasa

4 comentarios:

Unknown dijo...

ya, ya, muy guapo todo, pero ¿pescaste o no?

BERNI dijo...

Después de acabar la nueva versión de "Celtiberia Show", ¿tienes intención de jubilar a Labordeta y facer nuevos capítulos de "Un país en la mochila" (o algo así?.

Anónimo dijo...

La gente desde luego, que charrana ye... ¡Con lo guapa que tá callá!
Pero ta muy guapina y muy bucólica pero... tien razón Fernandín: ¿pescaste o no? Todavía nun vi ni una asemeya de les tus supuestes "truches".

Roberto Pato dijo...

...osea que lo de pescar era por mi afición...la verdá ye que me comí un poco la cabeza pensando a que se refería Fernando, como ya tan retorcíu.

Claro que sí, y cantando aquello del aragonés: "habrá un día en que todos al levantar la vista veremos una tierra que ponga libertad", ya la única que recuerdo del genial Labordeta.

Bueno, les truches nunca son supuestes, son sin muerte oh...